viernes, 20 de agosto de 2010

Sobre el Aeropuerto de Carrasco y la Revolución Cultural


Mario Orlando Hardi Hamlet Breno Benedetti Farrugia. Un nombre demasiado largo para un aeropuerto, esto si llegase a prevalecer la  idea presentada en el parlamento por la camarilla progreta.  La iniciativa fue acogida después que un grupo de 13000 ciudadanos de izquierda solicitaran homenajear  al intelectual progresista bautizando con su nombre  a la terminal aeroportuaria de Carrasco, algo que es usual en estas épocas de nauseabunda preeminencia cultural izquierdista.

Este condescendido escritor, reconocido militante de izquierda, es reverenciado como  una de las figuras más significativas de la literatura hispana del siglo XX, lo cual no sorprende, y no se debe a la magnitud de su obra, no, ya que es un poeta menor, cursi y soporífero, sino a los mecanismos hegemónicos de la izquierda que ensalzan a sus intelectuales y los ponen en el podio de los semidioses de la pluma y el papel.

Los intelectualillos como Benedetti suelen ser pródigos en contradicciones, por un lado asumen la tarea quijotesca de defender con su letra la justicia social, la igualdad y los derechos humanos y por otro se desasen en elogios para cuanto dictador bananero se les cruce, y se muestran impasibles ante las carnicerías revolucionarias, a este respecto Benedetti afirmaba que "entre la literatura y la revolución, la prioridad es la revolución" y que "Matar es un agrio deber revolucionario". También supo dar su apoyo a Fidel Castro cuando se apresó a su “colega” el   poeta Heriberto Padilla y se hizo el distraído ante los fusilamientos en Cuba.

Y Dice más: “sin embargo los ojos incerrables del Ché miran como si no pudieran no mirar asombrados tal vez de que el mundo no entienda que treinta años después sigue bregando dulce y tenaz por la dicha del hombre…” escribía Benedetti como homenaje al asesino en serie con ideología de Ernesto Guevara, embargado seguramente de un reverente espíritu revolucionario o quizá de las ansias de recibir las prebendas de su progre nicho de mercado.

Bien, pero a alguien se le podría pasar por la cabeza decirme que mi crítica a Mario Benedetti nace desde el prejuicio ideológico- nada mas errado-  como amante de la literatura puedo apreciar la obra de innumerables escritores  que se han caracterizado por la adhesión a abominables ideologías, tales como Ezra Pound, Pierre Drieu La Rochelle, Knut Hamsun, Julio Cortázar, José Saramago, entre otros, pero lo que sucede es que Benedetti además de hipócrita es un poeta mediocre, efectista y simplón, su obra es pretenciosa y preñada de superficialidad.

Lo indignante es entonces que a un intelectual anodino se lo idolatre no por la calidad de su obra sino por el auspicio del aparato cultural-propagandístico castrista, por el apoyo de  la pandilla de la izquierda vernácula e internacional y por una masa de lectores nada exigente en materia literaria.

Así las cosas con la HCI, habiendo innumerables intelectuales dignos de homenaje por la calidad de sus creaciones y por la consecuencia de sus actos, tenemos que soportar que los parlamentarios de la coalición progresista decidan bautizar con los nombres de sus íconos y mártires ideológicos cuanto edificio y plaza pública se les ocurra, al mejor estilo de los países comunistas.