viernes, 13 de noviembre de 2009

El asqueroso clima eleccionario


Inmediatamente después de contemplar en los medios con absoluta repugnancia las manifestaciones esperpénticas de muchos de mis compatriotas a continuación de las elecciones presidenciables, en las cuales salieron a la calle a agitar banderas y a contentarse de la polarización aborrecible y bananera que las facciones en disputa han generado, no puedo más que hacer una brevísima catarsis para aliviar la irritación.

No había nada que festejar, puesto que nada se había conseguido, y mucho menos no había porque andar exhibiendo con satisfacción esos símbolos cuasi obscenos, indefendibles de nuestros caribeños partidos políticos. Que panorama tan denigrante resultó ver a esa muchedumbre compuesta mayoritariamente por individuos obcecados, exaltados e indigentes intelectuales, realizando cánticos, destrozando banderas e insultándose mutuamente. El miserable y canalla espectáculo continúa con la imagen patética de los líderes del partido colorado, grupo faccioso responsable, junto con su aliado liberal blanco, de las desgracias históricas que desde su fundación ha padecido nuestro país, festejando el fláccido resultado obtenido, sin aceptar que su otrora estructura oligárquica hoy está pagando el precio del fracaso político. Ya sin posibilidades de ser partícipes de las decisiones del país, estos anémicos morales prestan sus votos, como si fueran dueños de ellos, a ese personaje funesto, símbolo de la putrefacción moral de la clase política, ese beodo deshonesto, aval y cómplice de la corrupción de los hombrecillos que ocuparon en su período de gobierno las instituciones del estado. Pero no piensen que solo estoy despotricando contra los liberales y las estructuras partidarias que los respaldan, los partidos de la izquierda son igual de infames y al igual que los primeros, solo se ocupan de tapar sus corruptelas e ineficacias. Considero un gran peligro, y lo digo haciéndome responsable de esta afirmación, que otro gobierno de Lacalle significa para el país caer  en un nuevo capítulo de la historia signado por la corrupción política y los negocios turbios.

Lamentablemente aquella chusma que ví con estupefacción enarbolando las banderas de la ignorancia, el sectarismo, la ingenuidad y la desvergüenza representa el soporte que nutre a estos personajes ominosos que pretenden gobernar al país, ante este estado de cosas no veo a corto plazo una alternativa que nos conduzca al camino auténtico del desarrollo y el progreso, me siento incapaz de ser optimista porque , a diferencia de aquellos que salieron a la calle a dar un espectáculo patético, no tengo la capacidad para creer en quimeras y para ser un vil acólito de políticos con valores en quiebra.

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